La tensión entre Israel e Irán ha alcanzado un nuevo punto crítico. En los últimos días, el mundo ha sido testigo de una escalada sin precedentes: bombardeos israelíes sobre instalaciones nucleares iraníes, participación militar directa de Estados Unidos y la posibilidad latente de una respuesta agresiva por parte de Teherán, incluyendo el cierre del estratégico estrecho de Ormuz.
El presidente Donald Trump confirmó el 21 de junio a través de Truth Social que se han atacado al menos tres sitios nucleares iraníes, incluyendo Fordow, Natanz y Esfahán. “Todos los aviones están ahora fuera del espacio aéreo iraní. Se lanzó una carga completa de bombas sobre Fordow… ¡Ahora es tiempo de paz!”, expresó Trump, en una publicación que ha causado alarma a nivel internacional.
¿Qué está en juego?
Irán ha respondido con ataques aéreos contra objetivos israelíes, y ha dejado claro que cualquier violación a su soberanía tendrá consecuencias. Uno de los escenarios más temidos por analistas y potencias globales es la posibilidad de que Irán cierre el estrecho de Ormuz, un canal angosto por donde circula aproximadamente el 20 % del petróleo del mundo.
“El cierre del estrecho tendría implicaciones catastróficas para la economía global. Aumentaría inmediatamente el precio del petróleo, provocaría inflación y podría desencadenar una recesión mundial”, señaló el analista energético Mehdi Hashem para MarketWatch.
Repercusiones globales
Un cierre —aunque sea temporal— del estrecho de Ormuz afectaría de inmediato el transporte de petróleo y gas natural licuado hacia Asia, Europa y América. Las rutas marítimas tendrían que ser desviadas, encareciendo los costos de transporte y seguros. A esto se suma una escalada de tensiones militares, ya que EE. UU. y otras potencias podrían intervenir directamente para garantizar la libertad de navegación.
En paralelo, las negociaciones nucleares entre Irán y Occidente se han suspendido indefinidamente. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) ha perdido acceso a zonas críticas de inspección, lo cual eleva el riesgo de proliferación nuclear.
Impacto en Centroamérica y El Salvador
Aunque geográficamente distantes del conflicto, países como El Salvador no estarían exentos de sus consecuencias. Las siguientes son algunas de las posibles repercusiones:
- Aumento de precios de combustibles: El Salvador depende en gran medida de importaciones de hidrocarburos. Un alza en los precios internacionales de petróleo podría traducirse en gasolinas más caras, incremento en el transporte y encarecimiento de bienes básicos.
- Presión sobre el costo de vida: El aumento en combustibles y logística afectaría el precio de alimentos, medicamentos e insumos agrícolas. Esto pondría mayor presión sobre la economía familiar, especialmente en los sectores más vulnerables.
- Impacto en remesas: Estados Unidos, país con la mayor comunidad salvadoreña en el exterior, también sentiría los efectos económicos del conflicto. Una recesión o crisis inflacionaria en EE. UU. podría reducir el envío de remesas, que representan más del 25 % del PIB salvadoreño.
- Inestabilidad cambiaria y fiscal: El aumento de importaciones más costosas, junto a presiones fiscales por subsidios o medidas de contención, podrían comprometer la estabilidad macroeconómica local.
¿Qué puede pasar ahora?
Los expertos manejan varios escenarios:
- Desescalada diplomática: Requiere la intervención de actores como la ONU, China o la Unión Europea. Sería la salida menos traumática, pero actualmente poco probable ante la retórica agresiva entre las partes.
- Escalada militar regional: Una guerra abierta podría arrastrar a otros actores: Hezbollah desde Líbano, milicias proiraníes en Siria e Irak, o incluso la intervención de Rusia y Turquía.
- Cierre parcial del estrecho de Ormuz: Aunque difícil de sostener en el tiempo, Irán podría optar por un cierre temporal como medida de presión. Esto bastaría para desatar una tormenta económica global.
- Inestabilidad interna en Irán: Bombardeos intensivos o un conflicto prolongado podrían generar caos interno, migraciones forzadas y una represión violenta del régimen.
La situación entre Israel e Irán no es un conflicto lejano: sus ramificaciones económicas, políticas y sociales tocan todos los rincones del planeta. En un mundo globalizado, el alza del petróleo, la inflación, la tensión entre potencias y la desestabilización de mercados afectan desde las grandes capitales hasta países como El Salvador.
La comunidad internacional enfrenta un punto de inflexión. El momento para actuar diplomáticamente es ahora. Cada hora que pasa sin desescalar el conflicto acerca más a la humanidad a una nueva crisis de proporciones globales.