El criminólogo Ricardo Sosa relató su experiencia durante una visita realizada el seis de diciembre de dos mil veinticinco a la Villa Navideña instalada en el Centro Histórico de San Salvador. Según explicó, dejó de lado los informes técnicos y las estadísticas delictivas para observar en el territorio cómo se aplican los principios de prevención situacional del delito. “Lo que presencié esa noche fue una cátedra de seguridad y orden en todo sentido”, afirmó.
Sosa detalló que, al ingresar a la zona cerca de las cinco de la tarde, lo primero que observó “no fue el árbol de Navidad más grande de Centroamérica, sino la Teoría de las Ventanas Rotas aplicada a la inversa”. Destacó que la limpieza, el orden y el mantenimiento adecuado enviaban un mensaje psicológico claro sobre el respeto a las normas y el cuidado del espacio público.
Durante el recorrido por la Plaza Gerardo Barrios, señaló la importancia de la iluminación como mecanismo de “vigilancia natural”, eliminando rincones oscuros y reduciendo el riesgo de delitos de oportunidad. También mencionó la presencia de familias que se tomaban fotografías con tranquilidad, algo que calificó como impensable en años anteriores. “Ver nuestra bandera nacional en la pantalla fue emocionante”, añadió.
En la Plaza Libertad, el criminólogo observó una afluencia masiva manejada con fluidez. Destacó la integración del talento humano de la PNC, Fuerza Armada y agentes recién juramentados de la ANSP, quienes mantenían una presencia visible, pero no invasiva. “Su presencia actuaba como un disuasivo pasivo eficaz”, aseguró. El ambiente, según describió, combinaba control social informal, dinamismo festivo y actividad comercial variada.
Finalmente, en la Plaza Morazán, Sosa señaló la convivencia como elemento central, ejemplificada en escenas de niños corriendo libremente sin temor. Resaltó que la recuperación de espacios públicos implica desplazar la criminalidad mediante cultura, comercio ordenado y presencia estatal coordinada. También mencionó el anuncio de próximas obras en el Teatro Nacional como parte del entorno revitalizado.
El criminólogo calificó la visita como más que una actividad navideña, señalando que representó “la validación de un modelo de seguridad y de convivencia”. Enfatizó que la seguridad no depende únicamente de operativos o presencia policial, sino también del diseño ambiental, la iluminación estratégica y la certeza de autoridad sobre el territorio.
“Como salvadoreño, esa noche vi algo más importante: la libertad de caminar sin miedo bajo las luces de nuestra propia historia”, expresó. También destacó el rol del Gobierno en el cuidado del entorno, así como el trabajo de comerciantes, empresarios y cuerpos de seguridad. Finalizó su reflexión a las once y cuarenta y cinco de la noche, momento en el que decidió regresar a su hogar, “dando gracias a Dios por la transformación de mi país”.
