China vuelve a demostrarle al mundo por qué lidera la carrera global en infraestructura y transporte con la inauguración de la estación Chongqing Este el paso viernes 27 de junio del 2025, un gigantesco complejo ferroviario que no solo se ha convertido en la estación de tren de alta velocidad más grande del planeta, sino en un auténtico símbolo del poderío tecnológico y de planificación urbana del gigante asiático.
Ubicada en la pujante ciudad de Chongqing, en el suroeste del país, esta megaestación cubre una superficie impresionante de 1,22 millones de metros cuadrados, equivalentes a unos 170 campos de fútbol, y cuenta con 29 vías y 15 andenes capaces de movilizar a más de 16 000 pasajeros por hora. Más que una simple terminal ferroviaria, Chongqing Este ha sido concebida como un nuevo núcleo urbano, dotado de centros comerciales, hoteles, edificios de oficinas y espacios públicos que se integran al tejido de la ciudad, fomentando el desarrollo económico y social de toda la región.
Desde su concepción, este megaproyecto fue pensado para consolidar el papel estratégico de Chongqing como nodo esencial de la red ferroviaria china, que actualmente supera los 40 000 kilómetros de líneas de alta velocidad, la más extensa del mundo por un amplio margen frente a Europa o Japón. Gracias a esta colosal infraestructura, China logra conectar con trenes rápidos a prácticamente todas sus principales ciudades, impulsando no solo la movilidad, sino también el comercio y el turismo interno.

Una estación que combina ingeniería, tecnología y sostenibilidad
Más allá de su tamaño, Chongqing Este destaca por su apuesta decidida por la tecnología y la innovación. Todo el complejo está dotado con sistemas avanzados de monitoreo y gestión basados en inteligencia artificial, capaces de supervisar el flujo de pasajeros, la logística operativa y la seguridad en tiempo real. Asimismo, integra soluciones sostenibles, como techos solares y sistemas inteligentes de climatización que reducen la huella de carbono de la instalación, en línea con los ambiciosos objetivos medioambientales que China ha establecido para las próximas décadas.
Su diseño arquitectónico, con amplias naves de techos elevados y estructuras metálicas de última generación, busca no solo facilitar el tránsito masivo de viajeros, sino también ofrecer espacios cómodos, luminosos y modernos. En su interior, los usuarios encuentran áreas comerciales, restaurantes, espacios de espera amplios y conectividad digital de alta velocidad que permite trabajar o entretenerse mientras esperan su tren.
Otras estaciones que siguen su estela en tamaño e infraestructura
Aunque Chongqing Este se ha convertido en la nueva referencia mundial por su extensión y capacidad, otras dos estaciones chinas siguen muy de cerca este nivel de magnificencia. Una de ellas es Shanghai Hongqiao, situada en el corazón financiero del país, que abarca alrededor de 1,3 millones de metros cuadrados si se considera su conjunto intermodal, que incluye trenes de alta velocidad, metro y el aeropuerto homónimo. Esta estación se ha transformado en un verdadero hub de transporte donde confluyen millones de personas cada mes, reflejando la importancia de la conectividad total en el desarrollo urbano del siglo XXI.
Otra megaestructura destacada es Nanjing Sur, con aproximadamente 458 000 metros cuadrados distribuidos en cinco niveles, capaz de atender diariamente a más de 200 000 pasajeros. Esta terminal combina líneas convencionales, alta velocidad y metro, integrándose perfectamente con el resto de la ciudad y sirviendo como ejemplo del dinamismo que vive la red ferroviaria china.
Un impulso para la economía y la competitividad global
Para China, la construcción de estaciones como Chongqing Este no es solo una demostración de capacidad técnica. Representa una estrategia clara para estimular el crecimiento económico, descentralizar el desarrollo hacia ciudades del interior y reforzar la cohesión territorial. Al reducir drásticamente los tiempos de viaje entre Chongqing y metrópolis como Chengdu, Wuhan o incluso Beijing, se multiplican las oportunidades de inversión, comercio y turismo, potenciando el PIB local.
Además, el tren de alta velocidad chino se ha convertido en un producto de exportación, que Beijing promueve activamente en proyectos internacionales como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), llevando su tecnología y su modelo de gestión a decenas de países en Asia, África y Europa.
Con Chongqing Este, China consolida su liderazgo global en infraestructura ferroviaria y plantea un desafío a otras potencias que todavía dependen en gran medida del transporte aéreo o carretero para largas distancias. Esta megaestación no es solo el punto final de una vía férrea: es el inicio de una nueva forma de concebir la ciudad, la movilidad y el desarrollo urbano en el siglo XXI.