Las carreteras de El Salvador continúan siendo escenario de tragedias que pudieron haberse evitado. Según datos oficiales, entre enero y los primeros días de julio de 2025 se han registrado 2,713 siniestros de tránsito provocados por imprudencia y distracción al volante, dejando como saldo 217 personas fallecidas y 1,528 lesionados. Estas cifras, publicadas por el Viceministerio de Transporte (VMT), ponen en evidencia un problema persistente que reclama mayor conciencia ciudadana.
La distracción y la imprudencia al conducir van mucho más allá del uso del celular o la manipulación de dispositivos dentro del vehículo. Todo aquello que aparte la atención del conductor de la vía —una conversación, buscar objetos, incluso actitudes temerarias— incrementa de forma considerable la posibilidad de verse involucrado en un accidente.
Recientemente, un video que circuló en redes sociales mostró a un conductor manejando con una mujer sentada en sus piernas. El clip generó una ola de reacciones: por un lado, usuarios que rechazaron con firmeza la peligrosa conducta, y por otro, quienes —sin argumentos válidos— intentaron normalizar o justificar el hecho como una simple “broma”.
Sin embargo, este tipo de acciones no tienen cabida en una cultura vial responsable. Transportar a una persona de esa forma viola directamente las normativas de tránsito y reduce la capacidad de maniobra del conductor. Un movimiento brusco, un frenazo inesperado o la necesidad de evadir un obstáculo podrían terminar en una tragedia, no solo para quienes van dentro del vehículo, sino también para peatones o conductores de otros automóviles.
Frente a la polémica, el Viceministerio de Transporte emitió un mensaje contundente en sus redes oficiales, reiterando que “en lo que va del año, han fallecido 217 personas por distracción al volante” e informando que se aplicaron las sanciones correspondientes al conductor involucrado en el caso que se hizo viral. Con ello, la institución buscó dejar claro que este tipo de comportamientos ponen en riesgo no solo la vida de quien comete la imprudencia, sino también la de los demás usuarios de la vía.
Para los expertos en movilidad y seguridad vial, estos números alarmantes revelan la necesidad urgente de un cambio cultural. Insisten en que respetar las señales, mantener la atención en la carretera y conducir con responsabilidad debe ser una prioridad para todos, sin excusas. “Cada vez que justificamos o aplaudimos estas acciones, contribuimos a normalizar conductas que pueden terminar en tragedias”, subrayan.
Muchos señalan que la indiferencia social ante las normas viales se traduce en dolor para cientos de familias que enfrentan la pérdida de un ser querido.
Por ello, distintos sectores hacen un llamado a la ciudadanía a reflexionar sobre sus hábitos al volante y asumir con seriedad el papel que cada conductor tiene en la construcción de una movilidad más segura. Evitar distracciones, respetar los límites de velocidad y acatar las leyes de tránsito no son simples recomendaciones, sino acciones concretas que pueden salvar vidas.
La imprudencia y la distracción siguen cobrando un alto costo humano en El Salvador. Cada accidente no solo deja daños materiales, sino también profundas heridas emocionales. El compromiso por un tránsito seguro empieza por cada uno, al entender que conducir con responsabilidad es un acto de respeto hacia la propia vida y la de los demás.