El Salvador participó con un mensaje claro y contundente en la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos (UNOC3), que se celebra en Niza, Francia. El país llamó a asumir compromisos reales para que las naciones más pequeñas puedan desarrollarse sin cargar con los costos de una crisis que no provocaron.
Durante la 5ª sesión plenaria, el Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Fernando López, expuso los avances salvadoreños en conservación marina, restauración de ecosistemas y economía circular, al tiempo que instó a las potencias históricamente contaminantes a actuar con justicia y responsabilidad.
En los últimos años, El Salvador ha experimentado un desarrollo notable. Sin embargo, año tras año, los eventos climáticos continúan representando graves riesgos. A pesar de contribuir mínimamente a las emisiones globales, nuestra región carga con una parte desproporcionada de una crisis que no ha causado.
Recientemente, El Salvador declaró su segunda área marina protegida. Junto con reservas costeras existentes, incluyendo manglares y estuarios, más del 20% de litoral se encuentra ahora bajo conservación oficial. Estas áreas no están aisladas; están profundamente entrelazadas con la vida cotidiana de nuestra gente, desde comunidades pesqueras artesanales hasta economías impulsadas por el turismo.
Esta red permite lanzar iniciativas focalizadas: conservar la biodiversidad, restaurar ecosistemas degradados y fomentar la conciencia pública, creando un puente entre la conservación y la comunidad.
«Pero nuestro compromiso va más allá de la protección. A través de programas enfocados en mamíferos marinos, tortugas marinas y cocodrilos, hemos ampliado la gestión ecológica desde los estuarios hasta mar abierto. Una de nuestras iniciativas insignia, Misión Océano, adopta un enfoque integral desde la cuenca hasta el arrecife, integrando restauración, conservación y gestión de desechos a través de la educación ambiental y modelos de economía circular», indicó..
De acuerdo con el funcionario, estos esfuerzos han producido resultados concretos: remoción de redes de pesca fantasma, cumplimiento de cuotas extractivas, e intervenciones terrestres respaldadas tanto por la Convención CITES como por nuestra legislación nacional de áreas protegidas.
«Seamos claros: las regulaciones estrictas tienen poco valor sin un desarrollo responsable, un desarrollo respaldado por la educación, tecnologías apropiadas y sistemas modernos de gestión. Nuestro objetivo no es prohibir, sino transformar, reducir el daño mediante el conocimiento, extender el valor de los productos mediante modelos circulares y cambiar comportamientos a través de campañas de sensibilización y programas escolares», agregó.
Añadió que: «en El Salvador, el océano es más que una preocupación ambiental, es un recurso económico clave. Nuestra costa, nuestros rompientes y paisajes marinos son ahora parte integral de nuestra estrategia nacional de desarrollo. Pero esa oportunidad conlleva una responsabilidad: invertir en la infraestructura (saneamiento, tratamiento de aguas residuales y gestión de desechos sólidos) que protege estos ecosistemas y garantiza su sostenibilidad a largo plazo».
Para El Salvador, la economía circular, la educación sobre plásticos, la gestión de residuos y el saneamiento del agua no son temas secundarios, son pilares estratégicos. Constituyen la base para océanos más saludables y comunidades más resilientes.